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  • Foto del escritorYanapaqi SL

Nos duele “lo blanco”.

Actualizado: 11 nov 2021

El incendio de esta semana en la Catedral de Notre Dame de París ha sido muy triste, sin duda una pérdida de incalculable valor artístico y cultural. Creo que en eso estamos de acuerdo todos. Sin embargo, la reacción a nivel mundial y la mía propia en un primer momento, me impresionaron bastante. Me hizo sentir un poco incómoda y según han ido pasando las horas he ido entendiendo por qué. Por un lado, aclarar que entiendo la conmoción de los parisinos y habitantes de París. Yo misma pasé 10 meses del año pasado viviendo a 600m de la Catedral, era mi barrio, y parte de la tristeza que sentí fue sin duda por eso. Pero estaba demasiado impactada y triste como para ser normal mientras veía que el tema invadía las redes sociales. Era un sentimiento similar al que tuve, sin tener siquiera en cuenta que no hubo víctimas mortales, a cuando vi caer las Torres Gemelas siendo una adolescente. Si me apuras hasta la conmoción que sentí al morir Lady Di siendo una niña. Entonces lo entendí, estamos socialmente educados a que nos duela, especialmente y a nivel mundial, “lo blanco”.

Me he puesto a investigar otros incendios en monumentos recientes, en la época ya de las redes sociales y la información globalizada . Me ha llamado la atención descubrir el incendio en el Museo Nacional de Brasil en septiembre de 2018. Yo no recuerdo haber leído o visto nada sobre el asunto. Vale que no soy la persona que más ve el telediario del mundo, lo admito, pero claramente si soy usuaria de redes sociales y estoy segura de que no tuvo la repercusión mediática del incendio de Notre Dame. Aparentemente, algunas de las piezas que se perdieron en el mismo fueron uno de los esqueletos más antiguos de Sudamérica, de 11.500 años de antigüedad y por supuesto innumerables objetos invaluables pertenecientes a culturas indígenas de Brasil y otras partes de Latinoamérica. Pero evidentemente parece que la pérdida del patrimonio histórico de América Latina no es tan importante como para tener una gran repercusión. Y si seguimos con ejemplos escandalosos de pérdida del patrimonio histórico que ni de lejos han tenido la misma repercusión, podemos citar tantos monumentos perdidos en Siria, como la Gran Mezquita de Alepo (2), bastante más antigua que Notre Dame. Todo esto por supuesto sin hablar de las vidas humanas que además se ha cobrado esta guerra. Pero de nuevo, supongo que Oriente Medio no nos duele tanto.

Después de saber esto, de ir procesando y según han ido pasando las horas y apareciendo noticias, he rechazando y procesado más mi primer sentimiento de conmoción. Desde una primera noticia hablando sobre si los demás países de la Unión Europea tenían que colaborar en la reconstrucción, como si no tuviese cada uno sus propios problemas internos. Un poco de todo hasta confirmarse la aportación de las grandes fortunas de Francia (3). Más de 600 millones de euros donados (o comprometidos) en menos de veinticuatro horas. Más que el presupuesto calculado para la reconstrucción ¡Estamos que lo tiramos! Por poner un ejemplo que me toca que demuestre la desproporción, cuando ocurrió el terremoto que destrozó la costa de Ecuador en 2016 (4), la comunidad internacional hizo una donación de 12,9 millones de dólares. Si me pongo a comparar el presupuesto para emergencias humanitarias con los más de 600 millones de euros donados para reparar Notre Dame se me ponen los pelos de punta.

Como todo,  es un tema de prioridades. Si bien entiendo la importancia de la preservación del patrimonio cultural y valoro el trabajo desarrollado por la Unesco y otros organismos (5), no lo considero la prioridad en el mundo en el que vivimos. Echando un vistazo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por las Naciones Unidas (6) podemos ver entre ellos el fin de la pobreza, el acceso a alimentos, a agua limpia, a educación. ¡OJO! ¡La reducción de las desigualdades! Quiero decir, que si miramos el mundo de una forma más global, parece justo que prioricemos ciertos temas una vez nos hayamos asegurado de que los habitantes del planeta tienen una calidad de vida y un acceso a oportunidades similar al nuestro. Que si, que debemos comprender el pasado para comprender el futuro. Que por supuesto que ver como un fuego devora un edificio sin ningún control nos hace sentir pequeños como especie. Que debió ser un gran shock en París. Que todo el que ha tenido la suerte de viajar, ha tenido la oportunidad también de sacar del archivo y mostrar al mundo la foto del viaje a París. Pero pensemos más allá.

El malestar y la conmoción mundial van mucho más allá del valor del patrimonio. Muchos han hablado ya de este incendio como el símbolo de la caída del proyecto europeo. Oh la la! Lo cierto es que estamos bien aleccionados para que nos duela “lo blanco” y aparentemente hasta la caída del sistema hegemónico actual que nos da por todos los lados. Nos duele especialmente la caída de símbolos de Europa y Estados Unidos. Es lo blanco, es lo perteneciente a países ricos, lo eurocéntrico, lo occidental, lo cristiano, lo perteneciente además a un pasado escrito por hombres. Hablo de “lo blanco” para referirme a lo privilegiado en general. Yo me niego a dejar que me manipulen para sentirme así.

 

(1)https://www.nytimes.com/es/2018/09/10/incendio-museo-brasil/

(2) https://www.lavanguardia.com/cultura/20170120/413526278758/alepo-siria-ciudad-destruida-cenizas-gran-mezquita-omeyas-ciudad-vieja-guerra.html

(3)https://www.elconfidencial.com/empresas/2019-04-16/las-fortunas-de-francia-se-vuelcan-con-notre-dame-pinault-y-arnault-donan-200-m_1946702/

(4)https://www.elcomercio.com/actualidad/ecuador-recibio-donaciones-cancilleria-terremoto.html

(5)https://www.nytimes.com/es/2019/04/15/notre-dame-incendio-patrimonio/

(6)https://sustainabledevelopment.un.org/sdgs

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