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  • Foto del escritorYanapaqi SL

Ser una Señora

Actualizado: 11 nov 2021

La palabra Señora me encanta por varias razones y todas ellas muy relacionadas con mi sentimiento feminista. Admito que durante años me resistí mucho a la idea de que, un día andando por la calle, alguien me llamara señora. Entonces pensaba “¡A mi no me insultes!”, a día de hoy si alguien se dirige a mí así pienso: “Tú si que sabes…”. Fueron varios puntos los que procesé hasta decidir que me encantaba.

Empecemos por el factor ageism o discriminación por edad. Dentro de lo poco bien visto que está algo tan natural como el envejecimiento, somos sin duda las mujeres las principales víctimas. No hay más que ver la cantidad de productos antienvejecimiento por todas partes y en el caso de la publicidad, anuncios constantes para el sector de la cosmética femenina. Alguna vez alguien me ha dicho que eso es es porque hay demanda. Por eso quiero recordar que en este juego económico, los actores más poderosos crean necesidades. En un patriarcado capitalista, esos actores son básicamente hombres y prohibir a las mujeres “hacerse viejas” es: de un lado una de las muchas formas de llenarse los bolsillos con un mercado de más de la mitad del planeta; de otro una forma de perpetuar el sometimiento femenino y alimentar las inseguridades. Ni se te ocurra tener arrugas o papada, los pezones tienen que ser toda la vida los de una adolescente, la vagina tiene que ser para siempre “la flor de la canela”. Todo esto mientras los testículos de tu pareja ya le cuelgan hasta las rodillas y él es libre y feliz como deberíamos ser todos.

Por otro lado, ¿cuál es la alternativa? ¿Señorita? ¿Todavía? Si, todavía vivimos en un mundo en el que en algunos formularios se hace la diferenciación entre Señora y Señorita. Que hasta donde yo sé, la implicación que tiene es expresar el estado civil de la mujer en cuestión. Ojito que la clasificación que también tiene bastantes implicaciones machistas. Que el estado civil sea de la más mínima importancia a la hora de tratarla es de la época en la que las mujeres no podían tener propiedades, firmar contratos y básicamente pasaban de estar bajo la tutela de su padre a estar bajo la tutela de su marido. Vamos, como quien se encuentra un perro por la calle y se fija en si lleva collar o no lo lleva. Así es la cosa.

Esta falta de evolución del lenguaje como forma de comunicación y expresión de una sociedad no es una casualidad. En inglés el debate está abierto y son muchas las mujeres que piden ya que no se utilice por defecto la palabra girl sobre woman. Porque no es lo mismo ser chica que ser MUJER. Como decía Simone de Beauvoir, “no se nace mujer, se llega a serlo”. El término Mujer tiene para mi implicaciones de sabiduría, experiencia, valentía y fortaleza. ¡Seamos mujeres! ¡Seamos señoras! Hagamos uso de algo tan fundamental como el lenguaje para hacer una declaración de intenciones a favor de este movimiento social interseccional que requiere que empujemos de todos los lados ¡Como lo estamos haciendo! Estos pequeños gestos y pequeñas rebeliones hacia el patriarcado van desgastando un sistema cada día más podrido e insostenible. Y déjame decirte que si en el día a día te llamo Señora es porque te quiero, te estimo y te considero una hermana.

Señor, ra Del lat. senior, -ōris ‘más viejo’.

  1. m. y f. Persona que gobierna en un ámbito determinado. La señora de la casa.

  2. m. y f. Persona a la que sirve un criado.

  3. m. y f. Persona respetable y de cierta categoría social.

  4. m. y f. Persona que muestra dignidad en su comportamiento o aspecto.

  5. m. y f. Persona de cierta edad. Una señora y dos jóvenes.

  6. m. y f. U. como término de respeto con el que dirigirse a una persona superior en edad, dignidad o cargo. A la orden, señor. Sí, mi señora.

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